"No se puede salvar el pecador sin penitencia, y mortificación. (...) Ello es preciso llorar, y padecer voluntariamente, mientras se vive; o llorar, y padecer a su despecho en la eternidad. (...)
"Todo pecado (dice San Agustín) debe ser castigado por la mano de Dios vengador, o por la del hombre penitente. ¿Mira cual quieres más? Lo mejor es, evitar los rigores de la Justicia Divina, previniéndolos antes, o ejecutándolos en nosotros la penitencia. Si no se paga a su justicia lo poco, que nos pide ahora, se le pagará en la eternidad todo lo que se le debe. (...) la penitencia (dice Tertuliano) toma lugar de la justicia de Dios; pero no para frustrarla, y destruirla de sus derechos, sino para moderarlos. Te hace perdonar penas eternas; pero te obliga a penas temporales. Dios es un acreedor, a quien no se puede dejar de pagar; esto ha de ser, o ahora, o un poco después. Si no es ahora, será en la eternidad; pero si esperas hasta entonces cobrará con muchos intereses, lo que le debes. ¿Cuál de estas dos cosas te parece mejor?
"Se ha cumplido ya el tiempo, y el Reino de Dios está cerca: haced penitencia, y creed al Evangelio" (Mc 1,15)
Fuente: "Pensamientos o Reflexiones Cristianas, para todos los días del año", Padre Francisco Nepueu, Tomo II, Mayo, Día IX / Imagen: Giuseppe Molteni, La confessione, 1838 (Fondazione Cariplo) - CC BY-SA 3.0