"1. Todo aquello que enseña la Fe, esta fundado sobre la autoridad de la palabra de Dios. Y todo cuanto la Iglesia Santa tiene propuesto a los fieles, como objeto de Fe, de la boca del mismo Cristo lo ha recibido; y asà es imposible que yerre, quien a la verdad misma lleva por guÃa.
2. ¿De qué le sirve la Fe a un Cristiano, si no le sirve de regla para enderezar sus costumbres? ¡O, grandÃsima necedad es dudar de la verdad de una doctrina que ha sido revelada de Dios, y firmada con la sangre de tantos Mártires, y confirmada con tantos milagros, y confesada tantas veces por los mismos demonios!. Pero mayor necedad, y aun locura es, creer con tanta certidumbre, que esta doctrina es verdadera, y vivir, como si se dudase si es verdadera, o falsa. Como los demonios creen, los que no viven conforme a lo que creen.
3. La Fe, pues, ya para mi siempre ha de ser el principio de todas mis acciones, y la regla de mi vivir. Todo cuanto ella condena, yo desde ahora absolutamente condeno, a pesar de todas las repugnancias de la naturaleza. En todas las ocasiones he de oponer las máximas del Evangelio a aquellas del mundo. ¿Que dice el mundo? Que es bien seguir las proprias inclinaciones; que no es bien padecer. ¿Que dice Jesucristo? Todo lo contrario. ¿Y cual de los dos tiene razón, Jesucristo, o el mundo? Da, Cristiano, gracias a Dios, porque te ha puesto en su verdadera Iglesia y reza con atención el Credo, como si hicieses una solemne profesión de la Fe.
Adauge nobis Fidem. Luc. 17.
Señor auméntanos la Fe."
Fuente: "Pensamientos Christianos para todos los dÃas del mes", P. Dominique Bouhours, (Imprenta de Juan B. Schilgen), 1720 - [Negrillas son nuestras.]
