"Maldito el hombre, que pone su confianza en el hombre, y en la carne la fuerza de su brazo, y aparta su corazón de Dios". (Jr 17,5)
"Considera, cuanto mejor es según eso confiar en Dios. Porque siendo así, que a quien confía en el hombre, no se le puede pronosticar otro, sino mal, a quien confía en Dios, se le puede por el contrario pronosticar todo bien. Puede pronosticársele bien a quien se fía de su fidelidad, porque la fidelidad de Dios, nunca falta, ni es inconstante, y mudable, como la de los hombres. (...) ¿Cómo no te resuelves, pues a quitar de los hombres tu confianza, y ponerla en Dios? Sólo en Dios se puede esperar absolutamente; en los hombres solamente se puede, como en instrumentos de que se vale Dios para hacerte bien. (...) Lo que se prohíbe, es, poner en ellos nuestra confianza fundamental, porque está siempre se debe poner en Dios, como en primer móvil, de quien todas las inferiores esferas dependen."
Fuente: "Maná del Alma o Exercicio fácil y provechoso para quien desea darse de algún modo a la Oración" Parte 4, Diciembre, Día IX, año 1784, Padre Paolo Segneri / Imagen: Pixabay cocoparisienne - CC0 Public Domain