"Si no velares, vendré a ti como ladrón; y no sabrás la hora en que vendré" (Ap 3,3)
"Considera, que aunque tú estés despierto aguardando la venida de tu Señor, podrá ser que te parezca, que sin embargo vendrá él a manera de ladrón a cogerse en aquella última hora; porque vendrá a quitarte cuanto tienes, riquezas, honras, grandezas, amigos, patria, parientes, comodidades, y hasta ese tu mismo cuerpo. Más eso será si vives asido, y aficionado a semejantes bienes. Porque si antes que el venga a quitártelos, tu procurares desprenderte, y descartarte de ellos enteramente, a lo menos con el afecto, no harás más en aquella hora, que volvérselos alegremente a quien te los dio, o por mejor decir, te los emprestó. Y así no vendrá a ti como ladrón a robarte lo tuyo, sino como dueño a pedirte solamente lo que te había dejado, para que usases de ello. Entonces vendrá como ladrón, cuando tú a estos bienes tuvieres verdaderamente pegado el corazón con un afecto excesivo. (...) Ten, pues siempre aparejado el ánimo para restituir a tu Señor cuanto ahora posees, pues solo te lo ha dado para este poco tiempo. Y a ese fin vela sobre tu corazón, ríñelo, despiértalo, para que el desventurado no pase a amar jamás como propio lo que es solamente prestado; que de esta suerte, ni aun en este sentido se portará el Señor contigo, sino como Bienhechor, en aquella última hora; pues te quitará lo menos, y te dará lo más; te quitará lo terreno, y te dará lo celestial; te quitará lo temporal, y te dará lo eterno."
Fuente: "Maná del Alma o Exercicio fácil y provechoso para quien desea darse de algún modo a la Oración" Parte 4, Diciembre, Día XVI, año 1784, Padre Paolo Segneri / Imagen: Entierro de don Alvaro de Luna, por Eduardo Cano de la Peña. Oleo sobre lienzo (1858)