Amar a los Enemigos, Hacer el Bien a quienes nos aborrecen - La Fe Cristiana

Amar a los Enemigos, Hacer el Bien a quienes nos aborrecen



"Yo os mando que amáis a vuestros enemigos, y hagáis bien a los que os aborrecen". (Mateo 5,44)

"Considera, que es lo que Cristo pretende, cuando te manda, que por su amor ames a tu enemigo. No pretende que ames en él aquella su mala voluntad, aquel su mal trato, aquel su mal termino, que lo hacen tu enemigo; porque eso sería no solo amar al vicioso, sino también al vicio. Lo que pretende es que ames lo que en él queda todavía de bueno, que es el ser tu prójimo, aunque pecador y malo; y que amándolo como prójimo, lo ames por consiguiente como a ti mismo, deseándole también a él cordial, y constantemente todo aquel bien verdadero que deseas para ti. (...) Es de precepto, y obligación, que en general tu quiera dicho bien para tu enemigo, porque cuando tú, pongamos por ejemplo, haces oración por los otros universalmente, no te es licito exceptuarlo, y excluirlo. El mandamiento del amor es tan ancho que abraza a todos, y no excluye a alguno. (...) El amor que pide Cristo entre los Cristianos ¿sabes cuál es? Es aquel amor, que nos une, como un cuerpo. Para eso no basta el amor interior, y escondido, es menester el exterior. (...) Cristo pretende, cuando te dice que ames a tu enemigo pretende que le ames en lo interior y en lo exterior, que es el amor necesario entre los Cristianos. El primero sin el segundo, quédese allá para entre los Barbaros.

"Cristo (...) cuando te dice, que hagas bien a quien te aborrece pretende que no sea tu amor como aquella higuera que él vio en el campo muy pomposa, pero estéril. Si así fuere, le echará la maldición, porque de los Cristianos quiere frutos, y frutos también semejantes a los que buscaba en aquella higuera; es a saber difíciles, y como fuera de tiempo. (...) Pero ¿cuáles han de ser estos frutos en nuestro caso? Son dos géneros de beneficios, uno negativo, y otro positivo. El negativo es no ofender a quien nos ha ofendido. El positivo es defenderlo, rogando a Dios por él, concediéndole el perdón, y la paz, y haciéndole a lo menos todo aquello de favor que a nosotros no nos es de comodidad, ni nos cuesta nada. (...) La gloria grande es imitar a tu Padre celestial, que hace que el Sol igualmente alumbre a sus enemigos."

Fuente: "Maná del Alma o Exercicio fácil y provechoso para quien desea darse de algún modo a la Oración" Parte 1, Abril, Día XXVII, año 1702, Padre Paolo Segneri / Pixabay - Unsplash - CC0 Public Domain

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