Despreciar los Respetos Humanos - La Fe Cristiana

Despreciar los Respetos Humanos



Los siguientes son algunos extractos del sermón "Del respeto Humano" de San Alfonso María de Ligorio. En su punto I "De lo que os importa despreciar los respetos humanos" señala: "¡Cuánto daño causan al mundo los escándalos! (...) Dice Jesucristo que por los escándalos de los malvados se van al infierno muchas almas. Pero ¿cómo es posible vivir en el mundo y evitar los escándalos? En efecto no es posible: y por esto dice S. Pablo, que para vivir sin escándalos, era preciso salir de este mundo (1 Cor. 5, 10) Pero es posible que evitemos la familiaridad con los escandalosos, (...) Debemos, pues, guardarnos de tener amistad con los hombre escandalosos, porque, si vivimos en relaciones de amistad con ellos, no nos atreveremos después a oponernos a sus malas costumbres y a sus depravados consejos. Y de este modo, por los respetos humanos, por no contradecirles, imitaremos sus malos ejemplos, y perderemos la gracia, y por consiguiente la amista de Dios.

"Estos amadores del mundo no solamente se glorían de su iniquidad (...) sino, lo que es todavía peor, quieren tener compañeros, y se burlan de todos aquellos que viven como verdaderos cristianos, alejándose de los peligros de ofender a Dios. (...) No desprecies al hombre que se aleja del pecado, ni le reprendas por eso o te burles de él para arrastrarle a que imite tu vida desordenada; porque Dios dice a los que se burlan y hacen befa de los hombres de bien: que están preparados los castigos y los martillos que le han de atormentar en esta y en la otra vida. (...) Ellos tratan de avergonzar a los santos ante los hombres mundanos; y Dios los hará morir avergonzados, y después los enviará a vivir entre los condenados, cercados de eterna ignominia y de tormentos interminables.

"Y en verdad, es una maldad muy enorme la de aquellos que no se contentan solamente con ofender a Dios, sino que también que le ofendan los demás. Frecuentemente consiguen sus malvados designios, porque hallan gran número de almas flojas y débiles, que abandonan el bien y eligen el mal, por no ser objeto de burla a los malvados.

"(...) Sabed pues, hermanos míos, que si queremos salvarnos, debemos despreciar los respetos humanos, y la vergüenza que puedan acarrearnos las bulas que hagan de nosotros los enemigos de la cruz de Jesucristo: porque, como dice el Eclesiastés (...) hay una confusión que nos conduce al pecado, y otra que nos conduce a la gloria (...) Si no queremos sufrir con paciencia esta última, nos conducirá al abismo del pecado; pero si la sufrimos por Dios, mereceremos por ella su divino amor, y después una gloria eterna en el paraíso. (...)

"Los hombres del mundo no saben hablar sino el lenguaje del mundo (1 Jn 4,5). Son unos pobres ciegos, obcecados por el pecado y el mal hábito que les hacen hablar el lenguaje de los demonios. (...) Por eso repito que no hay remedio, y que los que en este mundo quieren vivir unidos a Jesucristo, tienen que sufrir las persecuciones del mundo. (...) Las máximas del mundo son enteramente contrarias a las de Jesucristo. Lo que el mundo aprecia, es para Jesucristo una necedad (...) Y al contrario, el mundo llama necedad a lo que Jesucristo cree digno de aprecio, a saber, los trabajos, las enfermedades, los desprecios y la ignominia. (...) Si nos llamamos cristianos, manifestemos que lo somos en el nombre y en los hechos.

"(...) El que ama a Dios y quiere salvarse, debe despreciar al mundo y todos los respetos humanos; y es preciso que cada uno se esfuerce cuanto pueda para conseguir este objeto. (...) Doy gracias a mi Dios, porque soy digno de que me aborrezca el mundo. Y Jesucristo dijo a sus discípulos, que serían dichosos cuando fuesen aborrecidos de los hombres (...). Cristianos míos, consolémonos, porque si los hombres del mundo nos maldicen y vituperan, entonces es cuando nos alaba y bendice Dios (...).  Cada cual debe portarse, como si en el mundo no hubiese más espectadores que él y Dios. Cuando se burlan de nosotros los malvados, encomendemos a Dios a estos pobres ciegos que andan perdidos miserablemente, y demos gracias al Señor que nos da aquella luz que niega a estos infelices, para que sigamos por el camino de la salvación.".

Fuente: "Sermones abreviados para todas las dominicas del año", San Alfonso María de Ligorio, Tomo I, 1847 / Imagen: Pixabay - omeralnahi - CC0 Public Domain

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