San Juan María Vianney, conocido como el Cura de Ars, en este sermón al referirse sobre el juicio particular, nos recuerda que los días de nuestra vida, están contados. Más aún, ignoramos la hora en que nuestro Soberano Juez tiene decretado citarnos ante su tribunal, el cual será el momento en que menos lo esperemos o aquél en que menos dispuestos nos hallemos para rendir una rigurosa cuenta de todas nuestras acciones, omisiones, pensamientos, tanto buenos y malos. Posteriormente, señala cuáles son las medidas que podemos tomar para prevenir el rigor de aquella cuenta.
"Considera, que es de fe que acabando de morir será presentada tu alma en el tribunal de Cristo, para ser juzgada sobre toda la serie de tu vida, en pensamientos, palabras, obras y omisiones; donde se ha de decidir, si has de arder en el Infierno o reinar en el Cielo por toda la eternidad. ¡Oh punto terrible! Más ciertamente has de pasar por aquí. Lo que en aquel tribunal te causará más horror, será la verdad que allí reina desnuda. ¡Oh cuanta es tu necesidad en vivir olvidado de esta extrema apretura, de la cual no puedes escapar! (...) Allí la verdad te descubrirá bien claramente la obligación que tenía de amar y servir a Dios, que te favoreció con tantos beneficios, la enormidad del pecado, la hermosura de la virtud, y quedarás asombrado, que teniendo lumbre de fe, hayas vivido como si no la tuvieses. ¿Por cuánto no quisieras entonces haber cometido algún pecado? Procura pues, desde ahora poner cobro en las cosas de tu alma, antes de comparecer en la presencia del divino Juez". ("Manual de Piadosas Meditaciones", elaborado por la casa de la Congregación de la Misión San Vicente de Paul en Barcelona. 1833)
Fuente Video: Efrain Hurtado / Licencia Imagen: "Last Judgement" por Hans Memling - CC0 Public Domain