La Preparación a la Santa Comunión - La Fe Cristiana

La Preparación a la Santa Comunión



"David queriendo hacer comprehender al Pueblo, con que ardor debía prepararse y contribuir al edificio del Templo, le dice: "Esta no es una pequeña empresa, no se trata de hospedar a un hombre, sino a Dios" (1 Cro 29,1) Cual debe ser, pues nuestro fervor para prepararnos a la Comunión, por la cual nuestra alma viene a ser, con un modo más admirable, el Templo y Santuario de la Divinidad: ¡Grande opus! ¿Hay alguna cosa más grande, o más santa en nuestra Religión, que esto? Para conocer las disposiciones, que debemos llevar a la comunión, es menester reparar, y hacer reflexión en las cuatro circunstancias, que la deben acompañar. ¿Quién es el que viene en el Sacramento de la Eucaristía? Es Dios; ¡que pureza se debe tener para recibirle! ¿A quién viene? A un hombre; ¡que humildad tan grande deberá tener para recibirle! ¿Cómo viene? Haciendo un gran número de milagros; ¡con que fervor debemos corresponder a tan grandes esfuerzos! ¿Por qué viene? Para darse él mismo a nosotros; ¡qué gran confianza nos debe inspirar esta bondad!

Estas son la cuatros disposiciones especiales para la Comunión. Es Dios, el que viene a nosotros, es el Santo de los Santos; ¡con que pureza, y con qué santidad debemos recibirle! Los mayores Santos se consideraban impuros, pensando en la Santidad del que habían de recibir. San Francisco, aquel Serafín terrestre, no se juzgó bastante puro para el Sacerdocio; ¡qué será de nosotros pecadores! "Los Sacerdotes (dice el Señor en la antigua Ley) deben ofrecer los panes de la proposición; por lo que serán Santos". ¿Cual deberá ser la pureza, y la santidad de los que comen con tanta frecuencia el Pan vivo?

¿Pero a quien viene este Dios tan grande, y tan Santo? Al hombre. ¿Qué es el hombre? La bajeza, la debilidad, y la miseria misma. ¿Cómo la Majestad de un Dios se puede componer con esta bajeza? ¿Su poder, con esta debilidad? ¿Su eterna felicidad con nuestra miseria? ¿Y su Santidad, con nuestra malicia? ¿No se compondría más presto la luz con las tinieblas? Solo la humildad puede concordar estos extremos, y obrar este milagro; porque ella une las cosas más opuestas, acerca las distantes, y todo lo suple. Luego que el hombre es verdaderamente humilde, deja de ser débil, miserable y malo, y se hace digna habitación de Dios, el cual se haya tan bien hospedado, y con tanto gusto, como en el Cielo, en un corazón verdaderamente humilde.

¿Pero cómo viene a nosotros este Dios tan grande, y tan Santo? Haciendo milagros tan admirables, y tan grandes, que solo él que los hace, los puede comprender. Como podemos nosotros corresponder al ardor, que Dios muestra tener de venir a nosotros, en los grandes esfuerzos, que hace para esto, sino con un grande fervor, que nos anime a hacer todos nuestros esfuerzos para recibirle dignamente. ¡Pero como podemos nosotros hacer estos esfuerzos, débiles e incapaces que somos, si vos mismo no nos ayudáis, Salvador mío! Porque nosotros no podemos recibiros sin vos, y vos solo podéis darnos, con que hacerlo dignamente.

Pero ¿Por qué fin este Dios tan grande, y tan Santo viene a mí? Para remediar mis enfermedades, para librarme de todos mis males, para llenarme de todos los bienes, para unirme a si, y unirse conmigo. ¿Puedo dudar, de que todos estos son designios de su misericordia hacia mi alma, viendo los grandes milagros, que hace para venir a mí? ¿Un Dios infinitamente sabio, haría tan grandes milagros inútilmente? ¿Haría tan grandes esfuerzos para nada? Puedo dudar de esto, después de las seguridades, que me ha dado, cuando dijo: Que el que comiere su carne, quedara en él, y vivirá por él (Jn 6,57) Pues no pudiendo dudar de esto, ¿cómo no suelto las riendas a mi confianza, cuando se, que no me puede engañar; porque estriba en fundamentos tan solidos? Ábreme tu corazón con una viva confianza, (dice el Señor) y yo lo llenare (Sal 81,11). Yo igualare mis favores a todo lo que tú hicieres llegar tus esperanzas; si tu corazón esta vacío, es, porque se lo has cerrado a Dios con tu poca confianza, y con tu temor".

Fuente: "Pensamientos o Reflexiones Cristianas, para todos los días del año", Padre Francisco Nepueu, Tomo III, Septiembre, Día XXVI - [Negrillas son nuestras.] / Licencia Imagen: "La última Comunión de San José de Calasanz" por Francisco de Goya - CC0 Public Domain

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