De la Importancia de la Salvación - La Fe Cristiana

De la Importancia de la Salvación



"Punto Primero.- Considera si tienes algún negocio que te importe más, si le tienes de mayor consecuencia, ni es posible que tengas otro en que intereses tanto como en el negocio de tu salvación.

No se trata ahora de perder o de ganar un pleito en que se atraviesa toda tu fortuna temporal; tampoco se trata de ser feliz o desgraciado por toda la vida: un negocio como ese seria muy importante a la verdad; pero al fin no seria de infinita consecuencia. Ser siempre desgraciado, padecer hasta la muerte, seria grande desdicha; pero al cabo no seria sin recurso. Trátase ahora de una felicidad o de una infelicidad eterna; trátase de poseer a Dios eternamente en la mansión de los bienaventurados, o de ser precipitado en los infiernos, y condenado sin esperanza de remedio a las llamas sempiternas. De esto se trata cuando se habla del negocio de la salvación. Pregunto ahora: ¿Es de alguna consecuencia, merécenos algún cuidado, alguna atención este importante negocio?

¡ Ah! que al fin se acaba la vida. Y ¿de qué sirve en la muerte haber sido rico, poderoso, afortunado según la idea del mundo? Llega la muerte, y con la muerte todo se nos huye, todo se nos desvanece; la vida más larga y mas dichosa se nos representa como un sueño. Llega la muerte; y en la muerte la nobleza, las dignidades, los empleos, los honores, todos se exhalan como humo; todos son títulos que desaparecen en el aire. Pero ¿qué suerte me espera? Si me salvo, esto solo me compensa bien la pérdida de todo lo demás; pero si me condeno, si el infierno va a ser mi sempiterna morada, si paso desde la cama al fuego eterno, ¿Quién me consolará en mi desdichada suerte? ¿Quién me compensará esta pérdida? ¿Y una pérdida que fue obra de mis manos, una pérdida que es sin recurso, que no admite remedio?

¡Y es posible que se piense en el negocio de la salvación a sangre fría! ¡Es posible que se nos pase día alguno sin trabajar en este negocio! ¡Es posible que acaso haremos estas reflexiones, y no por eso tendremos mas juicio!

¡Oh mi Dios, y cómo lloro mi ceguedad y mi error! Pasáronse ya la mayor parte de mis días, y acaso no he comenzado a trabajar en este negocio. ¿Qué no mereceré si dilato un solo día el dedicarme a trabajar en él?

Punto Segundo.- Considera de qué les sirve ahora a aquellos ricos que se condenaron haber gozado gruesas rentas, haber tenido grandes dictados, haber disfrutado hermosas y dilatadas posesiones. ¿Qué equivalente puede haber al perderse eternamente? Perdí el cielo, perdí a Dios; pues todo lo perdí, y lo perdí sin remedio.

¡Ah, y cuánto ganaron tantos millones de Mártires en haber perdido la vida por Jesucristo! Un suplicio de pocos minutos, y a lo más de algunos días: pero demos que fuesen los mayores tormentos, y que durasen por muchos años; ¿qué proporción tienen todos los trabajos de la vida presente con la gloria venidera? ¿Podráse nunca comprar a precio excesivo la posesión y la felicidad del mismo Dios? ¡Oh Señor, qué prudentes, qué discretos fueron aquellos Santos, aquellas almas penitentes y mortificadas que todo lo sacrificaron por salvarse! Grandes del mundo, dichosos del siglo, vuestras máximas, vuestra conducta en el negocio de la salvación, ¿os acreditan mucho de discretos y de prudentes?

(...) ¡Ah, que el perder la vida por Jesucristo es verdaderamente hallarla! y ¡Qué poco les duelen sus propios, sus verdaderos intereses a aquellas pobres personas que pasan una vida entregada a los deleites, a las diversiones, a la delicadeza y al regalo!

El rico avariento es sepultado en los infiernos, mientras Lázaro el leproso pasa del hospital a la gloria. Mas que hayas vivido pobre, desconocido, despreciado, si te salvaste, hiciste tu fortuna. La salvación vale por todo; y sin ella la más alta fortuna nada vale.

Os he costado yo mucho, divino Salvador mio, para que me dejéis perder. Confieso con el más vivo dolor que lo tengo bien merecido, y que es inevitable mi pérdida si de aquí adelante no me aplico más de lo que me he aplicado hasta aquí a trabajar en el negocio de mi salvación. Pero esto es hecho, y mi partido está tomado; desde este mismo momento será mi salvación todo el objeto de mis cuidados, de mis ansias y de mi continua aplicación. Este es mi único negocio, y de hoy más no quiero ocuparme en otro; ni hablando en rigor hay otro que merezca este nombre, ni que sea digno de todos mis desvelos."

Fuente: "Año cristiano o ejercicios devotos para todos los días del año" por el P. Jean Croisset, S.J., Día 26, Tomo: Agosto - [Negrillas son nuestras.] 

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