Del Examen de Conciencia - La Fe Cristiana

Del Examen de Conciencia



"I. Nada hay tan útil como hacer todas las noches examen de conciencia; es el medio más eficaz y fácil para adquirir el perfecto conocimiento de sí mismo tan necesario como singular. Deberíamos continuamente entrar en nosotros para conocer nuestras miserias y aplicar los remedios; pero ya que no podamos continuamente, hagámoslo todas las noches antes de acostarnos. Nada hay mas propio para tenernos en espíritu de humildad, como pasar todos los días una revista a nuestras miserias; solo se origina y conserva nuestra vanidad de que las olvidamos. Pero este examen es aun más necesario para deshacernos de nuestras malas habitudes; porque como las contraemos con la repetición de las acciones pecaminosas, no podemos destruirlas, sino con los actos contrarios que debemos producir en el examen; esta es la razón, porque aun los gentiles conocieron su necesidad con sola la luz de la naturaleza: Examínate (dice un sabio) a ti mismo, repréndete o condénate: solo eres malo, porque no te conoces: y no te conoces, porque no te examinas.

II. ¿Cuánto más necesario es este examen a los cristianos, cuya vida debe ser tan pura? Y ¿cómo pueden adquirir esta pureza de vida, y delicadeza de conciencia sino velando continuamente sobre los movimientos del corazón, y haciendo una exacta revista de todo lo que pasa en su interior? Pero lo que demuestra más la necesidad de este examen, son las terribles consecuencias que suelen suceder a los que le omiten con facilidad, arriesgando con eso nuestra salvación y nuestra eternidad. ¡Cuántos hay en el infierno que se hallan en aquel infeliz lugar solo por haber dejado esta tan provechosa costumbre! La muerte los sorprendió durmiendo, estaban en pecado, y los precipitó en el infierno. Si hubiesen hecho antes de acostarse el examen y formado un acto de contrición que es su parte mas esencial, hubieran alcanzado el perdón de sus pecados, y evitaran por consecuencia la desgracia eterna. ¡Qué infeliz omisión! Pero ¡ay, que estos infelices la llorarán en vano toda la eternidad!

III. No basta hacer el examen; es menester hacerle bien, no nos contentemos con una mirada superficial que solo sirve a engañarnos: es menester entrar seriamente en nosotros mismos y examinarnos a fondo. Quizás por no haberlo hecho así después de tanto examen, conoces tan poco el fondo de tu corazón. Te contentas con examinar los pecados más graves, omitiendo el hacerle de otros, que aunque no lo sean tanto, no dejan de ser igualmente y aun quizás mas dañosos; pasando sin hacer reflexión por las omisiones, por las infidelidades a la gracia y sobre otras muchas faltas de costumbre que tu pasión te hace cometer, y te encubre o disfraza sin hacer tampoco reflexión a tu secreta vanidad, o a los fines humanos, o al asimiento de tu conveniencia, que es lo que ordinariamente echa a perder las mejores acciones, y te inutiliza el fruto de tus buenas obras. Aplícate con particularidad a tener un verdadero dolor de tus pecados, resolviendo firme y eficazmente la enmienda, no contentándote con proponerla en general, sino aplicándote mas a remediar aquel pecado en que sueles más veces caer, poniendo y practicando los medios para enmendarte, y que ninguna de tus culpas quede sin algún género de castigo; por lo que te impondrás siempre alguna penitencia.

FRUTO.

Resuélvete no dejar jamás de hacer examen de tu conciencia antes de irte a acostar y procura hacerle bien.

Statue tibi speculam, pone tibi amaritudines: & dirige cor tuum in viam rectam. (Jerem. 31,21)
"Pon una centinela para velar sobre tu corazón y examinar sus desórdenes: duelete de ellos, y resuélvete a enmendarte."

Fuente: "Pensamientos o Reflexiones Cristianas, para todos los días del año", Pbro. Francisco Nepueu, Tomo IV, Octubre, Día XVII - [Negrillas son nuestras.]

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