"La "fe es una virtud sobrenatural, infusa por Dios en el alma, la cual hace creer todo lo que la santa iglesia te propone para creer, porque Dios lo ha revelado. Esta virtud es absolutamente necesaria al hombre para salvarse; pues como dice el Apóstol: Sin la fe es imposible agradar a Dios. (...) No puedes amar a Dios, como se debe, si la fe no te lo hace conocer, como autor de la gracia; y no podÃas esperar la vida eterna, si la fe no te lo propusiese, como premio de tus fatigas, como corona de tus triunfos y como fin de tu peregrinación. La fe es la luz que en la noche tenebrosa de la vida presente alumbra para no errar el camino del cielo: es una estrella que en este mar tempestuoso te guÃa al puerto del paraÃso. (...)
Considera, que para salvarnos no basta la sola fe, porque los malos cristianos que mueren en pecado mortal, murieron con la fe; pero se condenaron; porque su fe era una fe muerta, sin la caridad y buenas obras que deben acompañarla, para que sea fe viva, y medio para nuestra salvación. La fe sin obras es muerta, dice Santiago, y nada vale para la vida eterna. (...)
¡O cuán pocos tienen en estos infelices tiempos esta fe viva! Muchos cristianos de nombre y no de obras, dicen que creen al Evangelio; pero en el obrar viven como paganos. Confiesan por verdaderas las máximas de Cristo Señor nuestro, pero en el obrar siguen las del mundo. Es gran locura (dijo Pico Mirandulano) no creer al Evangelio predicado por los apóstoles, autenticado con la sangre de tantos mártires, confirmado por tantos milagros, confesado por verdadero de los mismos demonios; pero más locura es sin consideración la de aquellos que no dudando en un punto de la verdad del Evangelio, viven como si no dudasen de su falsedad. (...)
A quien mira las cosas con los ojos purÃsimos de la fe, las honras y grandezas de la tierra, le parecen vanÃsimo humo; las riquezas, espinas penetrantes, y los placeres amarguÃsimas aflicciones del espÃritu. El justo que vive por la fe, prefiere lo eterno a lo temporal; los bienes del alma, a los del cuerpo; las penas y cruces, a las delicias y a todo lo que deleita el sentido. ¡O cuan pocos se hallan de estos en el mundo! ¡O iglesia santa, cuanto tienes que lamentar la vana fantasÃa de tus hijos! Pues preciándose por la mayor parte de muy católicos, viven tan asidos a lo temporal, como si no hubiese más vida que esta caduca y transitoria."
Fuente: "Manual de Piadosas Meditaciones", elaborado por la casa de la Congregación de la Misión San Vicente de Paul en Barcelona. 1833 / Imagen: Pixabaytpsdave - CC0 Public Domain