"Ten perpetuamente en la memoria los laudables consejos de San Francisco de Sales y síguelos: «Si los mundanos (dice el Santo) te preguntaren por qué comulgas tan a menudo, diles, que para aprender a amar a Dios; para purificarte de tus imperfecciones; para librarte de tus miseria; para consolarte en tus aflicciones; para fortalecerte en tus flaquezas. Diles, que dos géneros de gentes han de usar la frecuente Comunión; los perfectos, porque estando bien dispuestos harían muy mal en no acercarse a la fuente de la perfección y de la santidad; y los imperfectos para hacerse perfectos. Los fuertes para no hacerse flacos, y los flacos para hacerse fuertes; los enfermos para sanar, y los sanos para no caer enfermos; y que como tú eres imperfecta, flaca, y enferma tienes necesidad de comunicar frecuentemente con el que es tu Perfección, tu Fortaleza, y tu Medico. Diles, que las personas del mundo que no están muy ocupadas deben comulgar a menudo, porque tienen comodidad; y las que están empleadas en grandes negocios, no deben hacerlo con menos frecuencia, porque tienen necesidad de mayores auxilios. (...) Diles, que tu comulgas muchas para aprender a comulgar bien, porque regularmente se hace mal lo que se hace rara vez».
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A ninguno se le dispensa en las condiciones necesarias para comulgar bien. Prepárate siempre desde la víspera: Visita con este fin el Santísimo Sacramento, y determina en particular el fruto que deseas sacar de la siguiente Comunión; porque el que posee a Jesucristo se hace en cierta manera omnipotente"
Fuente: "Año cristiano o ejercicios devotos para todos los días del año" por el P. Juan Croisset, Tomo: Junio, 1764 / Imagen: LAUS DEO