Sobre la Conversion que algunos difieren a la Vejez - La Fe Cristiana

Sobre la Conversion que algunos difieren a la Vejez



En uno de los sermones recopilados por San Antonio Maria Claret nos indica la importancia de no dilatar la conversión para el tiempo en el cual no es fácil producir buenos frutos, esto es, el tiempo de la vejez. Para ello, recuerda la advertencia que Nuestro Señor Jesucristo dijo a sus discípulos de cuidarse de los falsos profetas que vienen a vosotros vestidos de ovejas; pero interiormente son lobos carniceros; y también que no puede un árbol bueno dar malos frutos: ni un árbol malo dar buenos frutos. Indica el sermón: "Por los falsos profetas de que Jesucristo advierte a sus discípulos que se guarden, se deben entender no solo los herejes que niegan las verdades de fe, sino también todos los falsos doctores que engañan a los débiles, y quieren hacerles creer que para salvarse no es necesario violentarse ni privarse de los placeres de la vida; en una palabra, deben entenderse todos aquellos que pueden corromper a los demás con sus malas máximas y peores ejemplos; y por esto los verdaderos cristianos deben evitar con el mayor cuidado su compañía y conversaciones. La parábola del buen árbol y del malo nos enseña que para salvarnos no basta rezar algunas oraciones, sino que es menester hacer buenas obras. También dice Jesucristo en el mismo Evangelio: No todos los que me dicen Señor, Señor, entrarán en el reino de los cielos. Esto nos demuestra, fieles míos, que no se debe dilatar la conversión para el tiempo en que no se está ya en estado de llevar buenos frutos, cual es el tiempo de la vejez.

El esperar convertirse en la vejez, es cosa incierta, difícil y menos fructuosa.
Digo lo primero incierta, porque sabéis todos que Dios es el dueño de sus bienes, y que da sus dones a quien es su voluntad. Decís que os convertiréis de aquí a algún tiempo, que por ahora nada os urge; pero sabed que nunca os convertiréis sin una gracia particular de Dios; sabed también que a nadie la debe, y que a ningún pecador la promete; y si vosotros diferís dejar vuestra mala vida, le dais motivo para que os la niegue, pues desperdiciáis el tiempo, las ocasiones y las inspiraciones que el Señor os da. ¿Y quién os ha dicho que os las dará en adelante, en la vejez?

De todo disponéis como si no dependierais más que de vosotros mismos, y habláis de vuestra conversión como sí dependiera de vosotros solos. Decís: ahora quiero darme buena vida, satisfacer esta pasión, vengarme de este enemigo, adquirir una herencia; después me convertiré. ¿Os imagináis acaso que Dios se acomodará a vuestros miserables proyectos, y que reglará sus designios por los vuestros? Pero ¡ah, y cómo os engañáis! Esperáis convertiros en la vejez: y si os morís en la flor de la edad y antes de haberos convertido, ¿qué será de vosotros? Y aun cuando no seáis sorprendidos de una muerte repentina, y aun cuando vuestra vida fuera de cien años, ¿no es una locura creer que os convertiréis más fácilmente en la última estación de vuestra edad? Rara vez sucede que un hombre se retire en su vejez del camino que ha llevado cuando joven. (…) Las malas inclinaciones, los hábitos viciosos que no se dejan a tiempo, cuando se empieza a tener una edad razonable, como a los veinte y cinco o treinta años, se conservan hasta la vejez; y como esta es débil y perezosa, y en la que no se puede uno hacer violencia, ni piensa sino en mantener la poca vida que le queda, rara vez se deshace de sus malos hábitos: pongo por testigo de esta verdad los viejos que me escuchan; ¿no experimentan los mismos hábitos que tenían cuando jóvenes, y que son tan inclinados a jurar, a hablar mal, a la ira y a la avaricia como lo eran a los treinta años?  (...).

Diferencia en la resurrección de la niña y de Lázaro ... así la conversión
Se ha notado juiciosamente que para resucitar el Hijo de Dios a Lázaro se portó muy de otro modo que para resucitar a la hija del príncipe de la Sinagoga; para resucitar a esta joven no hizo más que tomarla suavemente de la mano, y decirle: Niña, levántate; como si la hubiera despertado de un dulce sueño. Más para resucitar a Lázaro gimió dos veces en su ánimo, se turbó, lloró y clamó en voz alta: Lázaro, sal fuera. No fue esto porque tuviese más trabajo en resucitar al uno que al otro, pues al fin de los siglos resucitará a lodos los hombres en un momento, en una vuelta de ojos, como dice el Apóstol: fue únicamente para mostrar que unos pecadores se convierten más difícilmente que otros. Un hombre sepultado y agarrotado de sus malos hábitos, como Lázaro lo estaba de sus ligaduras, cubierto con la piedra de su endurecimiento, no vuelve a la vida de la gracia tan fácilmente; son menester favores, gritos, lloros, grandes esfuerzos y violencias sobre sí mismo; y como la costumbre disminuye mucho el sentimiento de un mal, no procura declararse la guerra y vencerse a sí misma.

¿Qué hizo el Hijo de Dios para salvarnos? Empleó toda su vida
Oíd, pues, y practicad el consejo que os da el Sabio en la Escritura: Acuérdate de tu Criador en los dios de tu juventud, antes que te lleguen los años de que dirás: este tiempo me desagrada; antes que el polvo vuelva a entrar en la tierra de que había sido sacado, y que el espíritu se vuelva a Dios, que lo había dado (Ecl 12,1). El que por mi boca convida a convertiros es Dios que os ha criado; ¿no es suya vuestra existencia? Para redimiros el Hijo de Dios ofreció su divina y preciosa vida; para salvaros empleó todos los años, todos los meses, días y momentos de ella, desde el primer instante hasta el último suspiro; y vosotros no queréis darle sino lo último y lo peor de vuestra vida.

¿Que ofrecéis a Dios? ¿Los años de la vejez?
En los días de tu juventud, cuando tienes fuerza y vigor para dar frutos de penitencia: ¿y no es razón que Dios tenga lo más bello, la flor, las primicias de tu vida? Antes que llegues o los años de que dirás: este tiempo me desagrada. ¿Piensas que Dios querrá aceptar el tiempo de tu vejez, que te será desagradable? Tú no le quieres presentar sino esta edad que te desagradará: ¿y un don tan indigno podrá agradar a Dios? El Sabio añade que después de estos días irá el hombre a la casa de su eternidad. San Agustín dice muy bien que para merecer una eternidad de descanso y de gozo sería menester una eternidad de trabajos y de penas. El Señor no os obliga a tanto; por una bondad inefable se contenta con el tiempo de vuestra vida, que es tan corto; y aun así vosotros queréis cercenarle una gran parte.

El tiempo de esta vida lo destina Dios a su servicio; el tiempo venidero está destinado a vuestra bienaventuranza. Si empleáis en los deseos de vuestra carne, en contentar vuestro amor propio el tiempo destinado al servicio del Señor, el que estaba destinado para vuestra felicidad será empleado en vuestro castigo. Deseo que estas verdades os hagan impresión, y os lleven a abrazar el servicio de Dios, que es el modo de merecer una eterna recompensa".

Fuente: "Colección de pláticas dominicales" - San Antonio María Claret - Tomo 1, 1862 [Negrillas son nuestras.] / Imagen: "The beggar carved" by zzt126 - Licencia foto: CC0 Public Domain

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