"1. Cuando estuve sin Vos, no fui ni tuve ser, porque fui nada. Por lo cual estaba ciego, sordo e insensible; pues ni conocía al bien, ni huía del mal, ni sentía el dolor de mis llagas, ni veía mis tinieblas, porque estaba sin Vos, que sois la verdadera luz, que alumbráis a todo hombre que viene a este mundo. ¡Ay de mí! que estando herido y llagado, no sentí dolor; me arrastraron, y tampoco lo sentí, porque ya era nada, y estaba sin la vida, que es el Verbo, por quien todas las cosas fueron hechas. Por tanta, Señor, luz mía, mis enemigos hicieron de mí lo que quisieron, me maltrataron, me desnudaron, me mancharon, me afearon, me hirieron y dieron muerte, porque me aparté de Vos, y sin Vos volví a ser hecho nada, o a no ser.
2. ¡Oh Señor y vida mía, que me hicisteis, luz mía, que me dirigiste! Defensor de mi vida, habed misericordia de mí, y resucitadme a vida nueva. Dios y Señor mío, esperanza mía, virtud mía, fortaleza mía, y consuelo mío en el día de mi tribulación, mirad los enemigos que tengo, y libradme de todos ellos: huyan de vuestra presencia los que os aborrecen, y logre yo vivir en Vos y por Vos. Porque ellos, Señor, me han mirado atentamente, y viendo que estoy sin Vos, me trataron con desprecio. Repartieron entre sí los vestidos de aquellas virtudes con que Vos me habíais adornado, y pasaron por encima de mí, y me pusieron debajo de sus pies: con las heces inmundas de los pecados mancharon en mí vuestro santo templo, dejándome destruida y deshecho de tristeza. Iba yo siguiéndolos ciego y desnudo, y aprisionado con los lazos de mis pecados. Arrastrábanme tras sí, haciéndome dar vueltas de vicio en vicio, y revolcándome de lodo en lodo; y yo iba sin fortaleza ni resistencia, alguna por donde me llevaban los que me seguían. Me hallaba esclavo, y amaba la esclavitud. Estaba ciego, y apetecía la ceguedad. Estaba aprisionado, y no aborrecía las prisiones. Lo amargo lo juzgaba dulce, y lo dulce amargo.
3. Me hallaba entre miserias, y no lo conocía, y todo esto era porque estaba sin Vos, que sois el Verbo, sin el cual nada se hizo, por quien todas, las cosas se conservan, y sin quien todas perecen y se aniquilan. Porque así como todas las cosas fueron hechas por el mismo Verbo, y sin él nadase hizo, así por él se conservan todas cuantas cosas hay ya en el cielo, ya en la tierra, en el mar y en los abismos. Ni una parte está unida a otra parte en una piedra, ni en cosa alguna criada, sino porque las conserva aquel mismo Verbo divino, por quien todas las cosas fueron hechas. Pues unidme a Vos, soberano Verbo, para que me conservéis porque luego que me aparté de Vos, perecí en mí mismo, si no fuera porque Vos que me hicisteis, también me restaurasteis. Yo pequé, y Vos me visitasteis; yo caí, y Vos me levantasteis; yo fui, ignorante, y Vos me doctrinasteis, yo quede ciego, y Vos me disteis vista".
Fuente: "Meditaciones, Soliloquios y Manual del Gran Padre San Agustín", 1824 - [Negrillas son nuestras.] / Licencia Imagen: Konrad Baranski - CC0 Public Domain