San Juan María Vianney, en este sermón sobre el Juicio Final, manifiesta que llegará el día en el cual, Nuestro Señor Jesucristo vendrá con todo su poder y majestad, para juzgar con todo el rigor de su justicia a los vivos y los muertos. Indica que en aquel día se pondrán en manifiesto todas las obras, pensamientos, omisiones tanto buenas y malas de cada uno de los hombres; y que se recibirá la respectiva sentencia para toda la eternidad: el Cielo para los Justos o Infierno para los pecadores.
"¡Oh Juez soberano mío! Necesario es, que yo comparezca un día delante de vuestro Tribunal, para ser juzgado según lo bien, o lo mal que hubiere obrado en esta vida. Yo creo esta verdad tan firmemente, como si ya estuviera oyendo aquella trompeta, que ha de llamar a Juicio a todos los muertos. ¿Qué responderemos nosotros a vista de tantos malos pensamientos, de tantas perversas acciones, y de tantas gracias despreciadas? ¡Oh, día terrible!, ¡Día de la ira, y de la cólera del Señor! El cual lo descubrirá todo, hasta los movimientos más escondidos del corazón. De todo pedirá cuenta, hasta del más mínimo momento, hasta del más mínimo suspiro; y ninguna cosa, por pequeña que sea, dejara pasar. ¡Si los justos apenas se salvaran, cuál será la suerte de los impíos y pecadores! ¿Cuál sentencia puede esperar un pecador impenitente de un Dios inexorable? ¡Oh, sentencia espantosa! ¿Y adónde Señor, irán los malditos, a quienes vos dais vuestra maldición? ¿A qué lugar del mundo queréis Vos y que de Vos se alejen? ¿Cuál puede ser morada tan funesta? ¡Al fuego eterno! ¡Oh, infelicísima suerte! Ser desterrados para siempre de la presencia de su Dios al calabozo horribilísimo del Infierno". ("Pensamientos cristianos para todos los días del mes", P. Domingo Bouhours de la Compañía de Jesús, 1720)
Fuente Video: Efrain Hurtado / Licencia Imagen: "Last Judgement" por Hans Memling - CC0 Public Domain
