"Pedid y se os dará; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra y al que llama se le abre" (Mt 7,7)
"Pero, ¿y qué es lo que se debe pedir a Dios para que nos saque del estado bestial a que nos ha reducido el pecado? Oigamos al Apóstol Santiago: «Si hay alguno a quien le falte sabiduría, que se la pida a Dios, quien la da abundantemente a todos, sin arrepentirse nunca de sus beneficios. Pero debe pedirla con fe, y sin titubear». El mismo Jesucristo nos lo enseña también: «En verdad os digo, que si tenéis fe, y no dudáis, lo obtendréis todo, basta zambullir los montes en el mar. Y aun os vuelvo a decir, que todo cuanto pidiereis en vuestra oración, creed que lo recibiréis, y os vendrá».
Considerad, pues, en qué abismo os ha precipitado el pecado, y pedidle a Dios con fe humilde la conversión. No digáis que es imposible; porque, aun cuando vuestros pecados pesaran más que una montaña, si oráis, cederán a vuestra oración. Creed con fe firme que habéis de obtener lo que pidiereis, y os será dado. Jesucristo se sirve expresamente de estas comparaciones tan extraordinarias para enseñarnos que al que ora nada le es imposible.
(…)
Llamad. Perseverad llamando, hasta haceros importuno. Hay un cierto modo de forzar a Dios, y de arrancarle sus gracias, el cual consiste en pedir sin cesar con firme fe. Y esto es lo que significan aquellas palabras del Evangelio: «Pedid, y os darán; buscad, y hallareis; llamad, y os abrirán», y aquellas otras: «El que pide recibe; el que busca halla; y el que llama encuentra la puerta abierta». Se necesita, pues, orar de día, y noche. Cuando nos parezca que no nos oye Dios, o que nos olvida, entonces hemos de llamar con más ahínco; entonces hemos de animar más la fe, y esperarlo todo de Dios.
Pero entendamos que no nos debemos persuadir a que Dios lo ha de hacer todo por sí solo sin nuestra ayuda, y cooperación: no por cierto; se necesita que nuestra voluntad coopere con la divina gracia, con cuyo concurso se hace todo. Cuidado no nos olvidemos que es Dios el que nos previene, con su gracia; porque este conocimiento es el fundamento de la humildad".
Fuente: "Meditaciones sobre el Evangelio", Jacobo Benigno Bossuet, Tomo Primero, 1770, Dia XXXIX y XL - [Negrillas son nuestras] / Licencia imagen: kjerbren - CC0 Public Domain