De la estrecha necesidad que todos tenemos de convertirnos - La Fe Cristiana

De la estrecha necesidad que todos tenemos de convertirnos



"Considera si quisieras morir en la disposición en que te hallas, con los defectos que tienes, y con los remordimientos de conciencia que te punzan. Pues ¿para qué dilatas a otro tiempo esta indispensable reforma?

¡Cosa extraña! Todos convienen en que tienen necesidad de convertirse. Pásanse las reflexiones, las meditaciones en conocer los defectos, los vicios que nos dominan, y después de dos años, de seis años, de diez años que se ha hecho esta revista, que se ha hecho esta confesión, todavía la conversión, la reforma de las costumbres se está por hacer.

Si creemos que tenemos necesidad de convertirnos algún día, ¿qué razón tenemos para no convertirnos el día de hoy? ¿Tememos acaso convertirnos muy temprano? Pero ¡ah! que aunque lo hiciéramos hoy, siempre tendríamos el dolor de haberlo hecho muy tarde.

Eres joven, eres mozo. ¿Y por ventura Dios nos pide únicamente los años, los días de la vejez? Eres rico, estás en empleo, eres hombre distinguido: ¿luego es menester vivir en pecado? ¿Luego es menester proseguir en ofender a Dios? ¿Luego es menester menospreciar su gracia? Causan horror estas consecuencias. Pero ¿de qué otra manera se razona, se discurre, cuando se dilata la conversión con tan frívolos pretextos? ¿Y tú no te quieres convertir hoy? Pues tampoco te convertirás mañana. Cuanto más adelante vayas, tendrás que vencer mayores dificultades. Si hoy te dominan las pasiones, el interés y los respetos humanos, mañana te tiranizarán. No hay que perder tiempo; porque todo se puede temer cuando se pierde el tiempo y no se aprovecha la gracia; cuando se resiste a estas reflexiones, a estas inspiraciones apretantes, de que quizá está pendiente tu eterna salvación.

Señor, ¿si serán de esta consecuencia las que yo siento en este instante? Si lo son y las desprecio, ¡desdichado de mí! Ya es tiempo de que se acaben mis irresoluciones: esto es hecho; quiero ser vuestro, mi Dios, quiero ser vuestro sin reserva. Ya no más medios deseos; ya no más vanos pretextos; ya no más peligrosas dilaciones.

PUNTO SEGUNDO.- Considera que hay circunstancias favorables, hay ciertos modos felices en orden a la salvación, los cuales importa mucho aprovecharlos bien, y es muy peligroso despreciarlos. ¿Quién nos ha dicho que no es el día de hoy ese día crítico? Dios llama, Dios solicita, Dios aprieta con voces interiores. ¡Oh! que es mucho de temer cuando Dios calla.

¡Qué ocasión más favorable para la conversión de Herodes! ¡Qué momento más feliz que el arribo de los Magos! ¡Qué dicha la de este Rey, si de buena fe hubiera querido buscar a su Dios y a su Salvador, que le advirtió de su venida, y le convidó para que fuese a visitarlo! Tuvo Herodes pensamiento de hacerlo: no cesó la gracia de solicitarle interiormente. Este fue el momento crítico de su salvación. ¿Y esta misma meditación no será acaso para alguno ese crítico momento? Resistió Herodes a la gracia: despertósele el temor, la ambición, los vanos celos de Estado: revolviéronsele todas las pasiones; ¡y a qué excesos de impiedad, de furor y de crueldad no precipitaron a este tirano! ¡Oh, qué desdicha es hacer resistencia a la gracia!

Demasiado tiempo hace, Señor, que yo resisto a las que Vos me dispensáis benignamente: eternamente sea bendita vuestra misericordia, porque habéis querido aguardarme hasta este día. Conozco que tengo necesidad de reformar mis costumbres, de vencer mis pasiones, de arreglar mi vida según vuestras máximas. Sea siempre, Señor, vuestra gracia más abundante, porque pretendo no dilatar mi conversión ni un solo día".

Fuente: "Año cristiano o ejercicios devotos para todos los días del año" por el P. Juan Croisset, Día 4, Tomo: Enero - [Negrillas son nuestras.] 

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