"I. Lo que pasa para no volver, debe estimarse como nada. Cien años son, pues, bien poca cosa, puesto que se deslizan en cada instante y pasan; son menos que un momento en comparación del porvenir.
Imaginaos, por una parte, una vida austera y penitente, una larga enfermedad, una desgracia atroz, todo ello dentro de algún tiempo, se habrá pasado en tal forma como si nunca hubiese sucedido; lo que únicamente permanece es la esperanza de una recompensa inmortal. He aquí lo que consuela a un, cristiano en las tribulaciones de esta vida.
Imaginaos, por otra parte, grandes riqueza acompañadas de todos los placeres del mundo; un día llegará en que podrá con verdad decirse, que todo eso ya no existe; lo que quedará, sera el pesar de abandonarlo todo en un momento, y el temor de un eterno castigo: he aquí lo que aflige y abate a un mundano.
¿Qué ha quedado del poder de Alejandro, de las riquezas de Creso, de la belleza de Cleopatra? Fueron admirados durante su vida, se habla de ellos todavía después de su muerte, pero ellos entretanto son bien desgraciados. Son alabados donde no están, dice San Agustín, y atormentados donde están. El tiempo de la salvación ha pasado para ellos, aun no ha pasado para vosotros, pero pasará muy pronto.
Cien años ha, no existías; antes cien años pasen ya no existiréis; el tiempo de la salvación habrá desaparecido; vuestro cuerpo habrá ya sido reducido a polvo, y habrá sido ya juzgada vuestra alma.
¿Es posible que esta reflexión no os haga abrir los ojos, y despegar vuestro corazón de los bienes y placeres de la vida, que habéis de abandonar, dentro de pocos días por mas esfuerzos que hagáis para conservarlos?
Decía un gran rey a su muerte: “Todo pasó para mí.¡Ah! Cuanto mas ventajoso me seria haber sido un pobre aldeano temeroso de Dios, que haber sido un poderoso monarca” ¡Qué ciegos somos en dejarnos engañar por cosas en que no hay sino apariencia! Nada hay en la tierra que merezca nuestros afanes, porque nada hay en ella de durable. Todo lo que el tiempo puede arrebatarnos, dice San Eucario, es mezquino y no es digno de nosotros. Colmad a un hombre de todo lo que su corazón puede apetecer y desde el punto que sabe que pronto habrá pasado todo para él, dejará de ser dichoso.
Este pensamiento: “Todo pasa, es una especie de hiel que debería quitarnos el gusto de las cosas terrenales. ¿Cuánto durará esta fortuna, este honor, esta belleza?” ¡Oh! A cuantas personas ha santificado esta reflexión, convenciéndolas aun en la flor de su edad de la vanidad de lo que el mundo tiene de mas pomposo y mas florido! “No me habléis, decía un piadoso Cardenal al morir, no me habléis, de las grandezas humanas. Yo me contemplaría harto mas feliz, habiendo sido el último en un claustro, que viéndome revestido de la púrpura”.
Las mayores aflicciones tienen principio frecuentemente en la abundancia de bienes y entre los mas grandes placeres, y son estas aflicciones tanto mas sensibles, cuanto que estos bienes y estos placeres desaparecen cuando menos lo pensamos. ¿No vale mucho mas despreciarlo ahora con mérito, que perderlo un día con dolor y sin fruto?
II. Suponiendo que los placeres de la vida, fuesen sólidos, siempre sería una locura anhelarlos, pues esparcen las tinieblas en nuestro entendimiento y nos hacen olvidar la otra vida, por la cual solamente debemos trabajar. En efecto, si la felicidad y las .alegrías del cielo son imperecederas ¿porque no aficionaros a lo que os las puede proporcionar? Un hombre que deba viajar por el mar por espacio de un año, ¿no sería un insensato, si para vivir ese tiempo, hiciese provisión de alimentos que se corrompiesen en un día? Y vosotros que viajáis para la eternidad ¿no sois aun mas ciegos si en vez de adquirir un caudal de méritos para ser allí felices, no pensáis en otra cosa que en procuraros placeres y bienes caducos que dentro de pocos días os serán inútiles?
Ese apego a los bienes de la tierra es, seguir opinión de los mismos paganos, indicio de un espíritu mezquino y de una alma limitada en sus sentimientos. Todo lo que podéis esperar poseer acá en la tierra, debe perecer dentro de poco: y cuando todo perezca ¿qué será de vosotros? Amad, pues, y buscad lo que puede poseerse sin temor de perderlo, que es el cielo y Dios solo. En lo demás no se experimenta mas que inconstancia o desgracia; muchas veces la tarde llena de tristeza a los que la mañana había colmado de alegría, es decir, que una vida que comienza y pasa entre placeres y abundancia concluye con el pesar".
Fuente: "Pensamientos sobre las verdades más importantes de la Religión y sobre los principales deberes del Cristianismo. (Pierre-Hubert Humbert) - [Negrillas son nuestras.]