"En el mundo todos se disfrazan y ocultan muy fácilmente y el vicio toma con frecuencia la apariencia de la virtud; pero en el día de las venganzas todo se descubrirá y se pondrá de manifiesto: el pecador no podrá engañar a su Juez que discierne y califica los pensamientos y las intenciones más ocultas del corazón: Discretor cogitationum et intentionum cordis (Heb. 4, 12). En aquel día, en aquel gran día habremos todos de comparecer ante el tribunal de Cristo: Omnes enim non manifestari oportet ante tribunal Christi (II Cor. 5, 10). Ministros del Dios vivo, poderosos del mundo, políticos del siglo que sabéis adornaros con la falsa exterioridad de rectitud; hijos de los hombres, que nada teméis tanto como el que sea profundizado el horrendo abismo de vuestras conciencias criminales, tendréis que comparecer, si, precisamente, y no os servirá ningún pretexto, ni subterfugio, ni os quedará el recurso de apelar: Oportet (II Cor. 5, 10). Entonces el Juez sacará a plena luz lo que está en los escondrijos de las tinieblas, y descubrirá las intenciones de los corazones: Illuminabit abscondita tenebrarum, et manifestabit consilia cordium (I Cor. 4, 5). Leerá y mandará leer todas las circunstancias de una vida licenciosa, todo el desorden de una pasión ilegitima, todos los subterfugios de una maldad sagazmente concertada, todas las particularidades de una intriga secreta: Scrutabor Jerusalem in lucernis (Sophon. 1, 12). Dará a conocer a aquel impío la delincuente insensibilidad con que procuró olvidar su salvación vendiéndola por algunos bienes caducos, cuya vanidad y falsedad verá entonces de una manera patente: Scrutabor (Sophon. 1, 12). Convencerá a ese mancebo licencioso de haber abusado de las gracias que se le habían concedido para vencer las tentaciones a que se rindió tan vergonzosamente.
No, ciertamente, pecadores, no os lisonjeéis con vanas esperanzas; por más que hubieréis tratado de ocultar y oscurecer los pecados mas vergonzosos, Dios se hará luz para que los veáis claramente como unos monstruos que horrorizarán a toda la naturaleza. Y ¿Cual será vuestra confusión y desesperación cuando el universo entero leerá, digámoslo así, en vuestra frente todos vuestros pasados desórdenes? Juzgad por la situación en que os encontraríais, si de improviso os declarara yo que informado de toda vuestra vida por boca del mismo Dios, tenia orden suya para manifestar en este púlpito todos vuestros misterios de iniquidad. ¡Ah! hermanos míos, si la realidad correspondiese a la amenaza y llamara yo ahora por su nombre a aquel magistrado venal, a aquel eclesiástico simoniaco, a aquel hereje simulado, a aquella mujer infiel, a aquel negociante agiotista, a aquel hipócrita; si haciendo a cada cual su retrato al natural os dijera lo que sois y lo que tenéis tanto interés en ocultar, por más que me anunciase como inspirado de Dios, me oiríais con indignación. ¿Y qué es todo este auditorio, por numeroso que sea, en comparación de la inmensa muchedumbre de testigos ante quienes se descubrirán todas las miradas impuras, todos los pensamientos pecaminosos, esas mordaces murmuraciones, esas limosnas hechas por vanidad, esas comuniones sacrílegas, esos contratos usurarios, esas injusticias paliadas, todas esas intrigas sordamente tramadas, todos esos hurtos especiosamente disimulados, esa ambición tan piadosamente autorizada? Revelabo pudenda tua in facie tua (Nahum 3, 15). Si, dice el Señor, todo esto está reservado y como sellado en los tesoros de mi justicia: Signata in thesauris meis (Deuter. 32, 34): y estos tesoros son los que yo produciré a la vista de todo el universo; por más ocultos que los tengáis con el velo de la hipocresía y de la más densa oscuridad, vosotros sufriréis toda la humillación y sonrojo."
Fuente: "Tesoro de Oratoria Sagrada: Diccionario Apostólico" [Tomo 2], 1858 - [Negrillas son nuestras.]