La Fe Cristiana: Biblia
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Estad siempre alegres en el Señor



San Ambrosio, fue Obispo de Milán, es además reconocido como Padre y Doctor de la Iglesia. En uno de sus sermones, nos recuerda que debemos estar alegres en el Señor, orar siempre y dar gracias a Dios por todo. Nos dice el Santo: "la misericordia divina, para bien de nuestras almas, nos llama a los goces de la felicidad eterna mediante aquellas palabras del Apóstol: Estad siempre alegres en el Señor. Las alegrías de este mundo conducen a la tristeza eterna; en cambio, las alegrías que son según la voluntad de Dios durarán siempre y conducirán a los goces eternos a quienes en ellas perseveren. Por ello añade el Apóstol: Os lo repito, estad alegres.

Se nos exhorta a que nuestra alegría, según Dios y según el cumplimiento de sus mandatos, se acreciente cada día más y más, pues cuanto más nos esforcemos en este mundo por vivir entregados al cumplimiento de los mandatos divinos, tanto más felices seremos en la otra vida y tanto mayor será nuestra gloria ante Dios.

Que vuestra mesura la conozca todo el mundo, es decir, que vuestra santidad de vida sea patente no sólo ante Dios, sino también ante los hombres; así seréis ejemplo de modestia y sobriedad para todos los que en la tierra conviven con vosotros y vendréis a ser también como una imagen del bien obrar ante Dios y ante los hombres.

El Señor está cerca. Nada os preocupe: el Señor está siempre cerca de los que lo invocan sinceramente, es decir, de los que acuden a él con fe recta, esperanza firme y caridad perfecta; él sabe, en efecto, lo que vosotros necesitáis ya antes de que se lo pidáis; él está siempre dispuesto a venir en ayuda de las necesidades de quienes lo sirven fielmente. Por ello, no debemos preocuparnos desmesuradamente ante los males que pudieran sobrevenirnos, pues sabemos que Dios, nuestro defensor, no está lejos de nosotros, según aquello que se dice en el salmo: El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo libra el Señor. Si nosotros procuramos observar lo que él nos manda, él no tardará en darnos lo que prometió.

En toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios, no sea que, afligidos por la tribulación, nuestras peticiones sean hechas –Dios no lo permita– con tristeza o estén mezcladas con murmuraciones; antes, por el contrario, oremos con paciencia y alegría, dando constantemente gracias a Dios por todo".

Fuente: San Ambrosio de Milán, Sobre la carta a los Filipenses - [Negrillas son nuestras.] / Imagen: Bessi - Pixabay.com / Licencia: CC0 Public Domain

La Tempestad Calmada (I)



"Al atardecer de ese mismo día, les dijo: "Crucemos a la otra orilla".
Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.
Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua.
Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal.
Lo despertaron y le dijeron: "¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?". Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: "¡Silencio! ¡Cállate!". El viento se aplacó y sobrevino una gran calma.
Después les dijo: "¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?".
Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: "¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen? (San Marcos 4,35-41)"

Peligros que miran a nuestro cuerpo.

1o. ¿Cuál debe ser nuestra conducta antes del peligro?
(...)
¿Quién se hubiera podido imaginar jamás que esta navegación, que se emprende por orden del Hijo único de Dios, del Salvador del mundo, había devenir a ser una navegación peligrosa? Pues de hecho: estos navegantes se creyeron de una vez perdidos... La vida y los bienes no solo en el mar están en peligro, todos los elementos, toda la naturaleza, mil accidentes nos amenazan de todas partes, y nos vienen a asaltar cuando menos los esperamos; y así debemos perseverar constantemente en la gracia de Dios, y estar siempre prontos a comparecer delante de él. Debemos encomendar todos los días a la protección del dueño de todos los acontecimientos, nuestra vida, nuestros bienes, y las personas por quienes nos interesamos. Nada debemos hacer, nada debemos emprender sin implorar el divino auxilio, la protección de los santos Ángeles, la intercesión de nuestros Santos abogados, y particularmente de la reina de los Ángeles y de los Santos. ¡Qué temeridad vivir entre tantos peligros con una conciencia manchada de pecado! (...)

2o. ¿Cuál debe ser nuestra conducta en el peligro?

(...)

En el peligro es necesario obrar con firmeza, y hacer aquello que depende de nosotros, por medio de votos religiosos, de sinceras promesas: orar e interesar al cielo en nuestro favor, esperar en la bondad, y en el poder de aquel que se invoca: someternos a los órdenes de la Providencia, y a la voluntad del Soberano Señor. Si alguna enfermedad peligrosa nos hace temer el fin de nuestros días; si alguna persecución turba nuestra tranquilidad, y nuestros bienes, obremos, oremos, sometámonos y esperemos.

3o. ¿Cuál debe ser nuestra conducta después del peligro?

(...)

Después del peligro debemos mostrar nuestro reconocimiento por medio de alabanzas y de agradecimiento unidos a la admiración, al temor, y al amor para con quien nos ha librado. Lo debemos mostrar con una pronta y exacta fidelidad en cumplir las promesas que hayamos hecho; pero principalmente con un santo uso de la vida, y de la tranquilidad que se nos ha concedido. ¿Quién hay entre nosotros que no se haya hallado en algún urgente peligro, en ocasiones, o en negocios críticos de que ha salido libre como por una especie de milagro? Traigamos aquí a la memoria los beneficios particulares que Dios nos ha hecho. ¿Qué reconocimiento le hemos mostrado hasta ahora? ¿Él nos ha conservado y conserva nuestros días?  ¿Pues, por qué le ofendemos? ¿Por qué vivimos una vida desarreglada? ¡O ingratos! ¿Lo hemos invocado en los peligros? Le hemos prometido serle fieles en la guarda y cumplimiento de su ley, si nos libraba; él nos ha librado, y nosotros nos hemos olvidado tanto de nuestras promesas como de sus beneficios ¡Ah ingratos!"

Fuente: "El Evangelio Meditado", Bonaventure Giraudeau (S.J), Tomo Tercero, Meditación LXIV, 1798. - [Negrillas son nuestras.] / Imagen: "Paddlesteamer in Stormy Weather" by Andreas Achenbach

Regla para distinguir la Verdad Católica del Error



San Vicente de Lerins, Padre de la Iglesia, en su Conmonitorio, nos ofrece unas reglas que los cristianos debemos seguir para poder permanecer en la Fe verdadera, reconociendo las falsas interpretaciones de la Santa Biblia y la diversas herejías con las que atacan la fe católica.

Nos dice al respecto lo siguiente: "Habiendo interrogado con frecuencia y con el mayor cuidado y atención a numerosísimas personas, sobresalientes en santidad y en Doctrina, sobre cómo poder distinguir por medio de una regla segura, general y normativa, la verdad de la fe católica de la falsedad perversa de la herejía, casi todas me han dado la misma respuesta: «Todo cristiano que quiera desenmascarar las intrigas de los herejes que brotan a nuestro alrededor, evitar sus trampas y mantenerse íntegro e incólume en una fe incontaminada, debe, con la ayuda de Dios, pertrechar su fe de dos maneras: con la autoridad de la Ley Divina ante todo, y con la Tradición de la Iglesia Católica»

Sin embargo, alguno podría objetar: Puesto que el Canon de las Escrituras es de por sí más que suficientemente perfecto para todo, ¿qué necesidad hay de que se le añada la autoridad de la interpretación de la Iglesia?

Precisamente porque la Escritura, a causa de su misma sublimidad, no es entendida por todos de modo idéntico y universal. De hecho, las mismas palabras son interpretadas de manera diferente por unos y por otros. Se podría decir que tantas son las interpretaciones como los lectores. (...)

Es pues, sumamente necesario, ante las múltiples y enrevesadas tortuosidades del error, que la interpretación de los Profetas y de los Apóstoles se haga siguiendo la pauta del sentir católico. En la Iglesia Católica hay que poner el mayor cuidado para mantener lo que ha sido creído en todas partes, siempre y por todos. Esto es lo verdadera y propiamente católico, según la idea de universalidad que se encierra en la misma etimología de la palabra. Pero esto se conseguirá si nosotros seguimos la universalidad, la antigüedad, el consenso general. Seguiremos la universalidad, si confesamos como verdadera y única fe la que la Iglesia entera profesa en todo el mundo; la antigüedad, si no nos separamos de ninguna forma de los sentimientos que notoriamente proclamaron nuestros santos predecesores y padres; el consenso general, por último, si, en esta misma antigüedad, abrazamos las definiciones y las doctrinas de todos, o de casi todos, los Obispos y Maestros.

Ejemplo de cómo aplicar la Regla:

3. ¿Cuál deberá ser la conducta de un cristiano católico, si alguna pequeña parte de la Iglesia se separa de la comunión en la fe universal?

- No cabe duda de que deberán anteponer la salud del cuerpo entero a un miembro podrido y contagioso.

Pero, ¿y si se trata de una novedad herética que no está limitada a un pequeño grupo, sino que amenaza con contagiar a la Iglesia entera?

-En tal caso, el cristiano deberá hacer todo lo posible para adherirse a la antigüedad, la cual no puede evidentemente ser alterada por ninguna nueva mentira.

¿Y si en la antigüedad se descubre que un error ha sido compartido por muchas personas, o incluso por toda una ciudad, o por una región entera?

En este caso pondrá el máximo cuidado en preferir los decretos -si los hay- de un antiguo Concilio Universal, a la temeridad y a la ignorancia de todos aquellos.

¿Y si surge una nueva opinión, acerca de la cual nada haya sido todavía definido?

 - Entonces indagará y confrontará las opiniones de nuestros mayores, pero solamente de aquellos que, siempre permanecieron en la comunión y en la fe de la única Iglesia Católica y vinieron a ser maestros probados de la misma. Todo lo que halle que, no por uno o dos solamente, sino por todos juntos de pleno acuerdo, haya sido mantenido, escrito y enseñado abiertamente, frecuente y constantemente, sepa que él también lo puede creer sin vacilación alguna.

(...)

Si, con la ayuda del Señor, observamos con fidelidad y solicitud estas reglas, conseguiremos descubrir sin gran dificultad, y desde su misma fuente, los errores nocivos de los herejes."

Fuente: San Vicente de Lerins - "Conmonitorio" (Apuntes para conocer la Fe verdadera) - [Negrillas son nuestras.]

Obligación de seguir e imitar a Jesucristo



"Los Cristianos, señala el Padre Francisco Nepueu, tenemos la obligación de seguir e imitar a Jesucristo. Al respecto indica lo siguiente: "Es cierto, que tienes el nombre de Cristiano, ¿pero cumples con las obligaciones de tal? Es cierto, que tienes este carácter, ¿pero corresponde a el tu modo de vivir? ¿Crees, que un poco de agua, que te echaron en el Bautismo, te haya hecho perfecto Cristiano? Esto fue necesario, pero no basta. ¿Qué es un Cristiano? Es un hombre, que hace profesión de seguir, e imitar a Jesucristo. ¿Le sigues tú? ¿Le imitas? Si lo haces, eres verdadero Cristiano. ¿Qué es un Cristiano? Es un hombre, que toma a Jesucristo por modelo, a quien imitar: su Evangelio, y vida por regla de su modo de vivir, y que procura hacerse viviente copia de este Divino original. (...) Si le eres parecido, eres cristiano; pero sino, falsamente te atribuyes esta calidad. Serás fiel de nombre, pero infiel en la realidad; Cristiano solamente en la apariencia y Gentil en la verdad, y substancia; ¡qué monstruosidad!

"Jesucristo es humilde, tú eres vano, y soberbio; él huyo las honras con horror, tú las buscas con ansia; él es dulce, y paciente, tú nada quieres sufrir; él perdonó las injurias más atroces, tú no quieres perdonar las más ligeras; él amó hasta sus verdugos, tú no quieres amar a tus prójimos; él fue pobre hasta morir desnudo, tú tienes excesivo asimiento a los bienes de la tierra; él vivió continuamente una vida austera, y retirada, tú buscas la vida más acomodada y más dulce; él se privó, y se negó a los gustos más inocentes; tú te permites los más peligrosos, y puede ser los más desreglados; él obedeció hasta morir, y morir en Cruz, tú no quieres obedecer aún en las cosas más fáciles; él no se buscó a sí mismo en nada, tú te buscas en todo, y no tienes otro fin, que a ti mismo. ¿Puede ver mayor oposición, y disimilitud, y por consiguiente, prueba más visible de reprobación?"

Fuente: "Pensamientos o Reflexiones Cristianas, para todos los días del año", Padre Francisco Nepueu, Tomo II, Mayo, Día XX / commons.wikimedia.org - Lee Kindness - CC BY-SA 3.0

Forcejad por entrar por la puerta estrecha



"Forcejad por entrar por la puerta estrecha, porque os digo de verdad, que muchos procurarán entrar, y no podrán. (Lucas 13,24)

"Considera, que aunque tú estés despierto aguardando la venida de tu Señor, podrá ser que te parezca, que sin embargo vendrá él a manera de ladrón a cogerse en aquella última hora; porque vendrá a quitarte cuanto tienes, riquezas, honras, grandezas, amigos, patria, parientes, comodidades, y hasta ese tu mismo cuerpo. Más eso será si vives asido, y aficionado a semejantes bienes. Porque si antes que el venga a quitártelos, tu procurares desprenderte, y descartarte de ellos enteramente, a lo menos con el afecto, no harás más en aquella hora, que volvérselos alegremente a quien te los dio, o por mejor decir, te los emprestó. Y así no vendrá a ti como ladrón a robarte lo tuyo, sino como dueño a pedirte solamente lo que te había dejado, para que usases de ello. Entonces vendrá como ladrón, cuando tú a estos bienes tuvieres verdaderamente pegado el corazón con un afecto excesivo. (...) Ten, pues siempre aparejado el ánimo para restituir a tu Señor cuanto ahora posees, pues solo te lo ha dado para este poco tiempo. Y a ese fin vela sobre tu corazón, ríñelo, despiértalo, para que el desventurado no pase a amar jamás como propio lo que es solamente prestado; que de esta suerte, ni aun en este sentido se portará el Señor contigo, sino como Bienhechor, en aquella última hora; pues te quitará lo menos, y te dará lo más; te quitará lo terreno, y te dará lo celestial; te quitará lo temporal, y te dará lo eterno."

Fuente: "Maná del Alma o Exercicio fácil y provechoso para quien desea darse de algún modo a la Oración" Parte 1, Enero, Día XII, año 1702, Padre Paolo Segneri / Imagen: bohedPixabay- Dominio público

¿Qué es un Exorcismo?


El sacerdote Gabriele Amorth, exorcista, explica que el "exorcismo es una oración oficial hecha en nombre de la Iglesia, por tanto, un sacramental. Y sirve para liberar a las personas de la posesión diabólica o de males causados por el demonio". Recuerda que Jesucristo también fue exorcista y que según San Juan Pablo II, ésta había sido una de sus principales actividades. Afirma, que ese poder de expulsar los demonios, Nuestro Señor Jesucristo lo ha dado también a la humanidad. Menciona que varios santos, sin haber sido exorcistas, expulsaron demonios. Señala, además, que la oración y la fe son los auténticos vehículos de cualquier verdadera liberación.

"Renuncio a ti, Satanás, y a todas tus obras impuras, y a todos tus despreciables demonios, y a tus malos ministros, y a tu poder y a tu sórdido servicio, y a tos tus engaños malignos y seductores, y a toda tu milicia, y a toda tu fuerza y a todas tus restantes impiedades".

"Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros lo hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

Fuente Video: AleteiaES

¿Por qué los Cristianos Católicos bautizamos a los niños a temprana edad?


Monseñor Isidro Puente Ochoa dice que los Cristianos Católicos bautizamos a los niños a temprana edad a diferencia de los protestantes, porque dado que nacemos con una naturaleza humana caída y manchada por el pecado original, necesitamos de este Sacramento. Además la Iglesia debe cumplir con el mandato de Nuestro Señor Jesucristo de bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo a toda persona (Mt 28,19). Recuerda que el Bautismo de los niños, es una obligación y una práctica que la Iglesia ha venido realizando desde la antigüedad. Añade, al referirse sobre los protestantes, que es una herejía escoger nada más lo que les conviene y dejar el mensaje entero de Jesucristo a un lado.

"Dios llama y ofrece la salvación desde el primer instante de la vida humana. La Iglesia, al bautizar a los recién nacidos, celebra la universalidad sin limites de esta salvación. Así el niño entra, por el sacramento, en relación viviente con Cristo y empieza ya a formar parte de la familia de los hijos de Dios, en la fe de toda la comunidad eclesial". (José Delicado Baeza, En medio de las plazas)

Fuente Video: ecumenicas1

Los Mandamientos de Dios


El Sacerdote Wilson Salazar en esta predicación al hablar sobre los Mandamientos de Dios, nos invita a realizar un verdadero examen de nuestras vidas, para conocer si estamos cumpliendo realmente en amar a Dios y al prójimo, o si por el contrario estamos dándole demasiada importancia a otras cosas. Igualmente nos recuerda que tener fe no es fácil y que se requiere valentía para ser un buen cristiano. Señala la necesidad de ser fieles a Dios y que tenemos que creer en el poder de Dios.

El Señor prescribió el amor a Dios y enseñó la justicia para con el prójimo a fin de que el hombre no fuese ni injusto, ni indigno de Dios. Así, por el Decálogo, Dios preparaba al hombre para ser su amigo y tener un solo corazón con su prójimo [...]. Las palabras del Decálogo persisten también entre nosotros (cristianos). Lejos de ser abolidas, han recibido amplificación y desarrollo por el hecho de la venida del Señor en la carne» (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses, 4, 16, 3-4)

El Magnificat de María


Orígenes reflexiona sobre el Magníficat, el cántico o himno de alabanza y acción de gracias a Dios que profirió la Virgen María al visitar a Isabel, el cual nos ayuda también para resaltar la humildad, la bondad, la maravilla de la Virgen Santísima. Nos recuerda que María, siendo la Madre del Salvador, que llevaba en su interior al Hijo de Dios, se considera su esclava.

"En el Magnificat se contiene la razón profunda de toda humildad.María considera que Dios ha puesto sus ojos en la bajeza de su esclava, por eso en Ella ha hecho cosas grandes el Todopoderoso. En este tono de grandeza y de humildad transcurre toda la vida de Nuestra Señora. «¡Qué humildad, la de mi Madre Santa María! -No la veréis entre las palmas de Jerusalén, ni -fuera de la primicias de Caná- a la hora de los grandes milagros. «Pero no huye del desprecio del Gólgota: alli está, "juxta crucem Jesu" -junto a la cruz de Jesús, su Madre». No buscó nunca gloria personal alguna." (Padre Francisco Fernández Carvajal; Hablar con Dios. [Diciembre], (El Magnificat. La humildad de María))

"Tal es el Magníficat. En él se nos presenta María en toda la conciencia de sus grandezas, sin perjuicio de su humildad, que consiste no en callarlas sino en publicarlas, como testimonio del poder y de la misericordia de Dios en ella. Ahí recibe de antemano todos los homenajes que la tributamos; los suscita, los consagra. Por más que hagamos y digamos en su alabanza, no haremos sino tartamudear en cotejo de lo que ella misma ha dicho; o más bien en cotejo de lo que ha dicho por su boca el Espíritu Santo, de que estaba llena, el Verbo, de quien era la voz. Y sin embargo, el Evangelio nos muestra a María bajo de un aspecto todavía más grande. Ciertamente: el Magníficat nos la presenta muy digna de nuestro culto; pero después de este canto sublime, se eleva ella más alto aún en nuestra admiración, y por el silencio que guardó todo el resto de su vida" (La Virgen María según el Evangelio; (Segunda Parte), Augusto Nicolás, 1858).

Nota: El video se corta en el minuto 20. Faltan un minuto. Para escuchar completo el audio lo puede hacer en el siguiente enlace: oracionesydevociones.info/01910004_54-origenes.mp3

Fuente Video: caparrav / Imagen: Franz Anton Maulbertsch, Visitation. / Audio: oracionesydevociones.info